2. Determinismo y condicionantes del comportamiento de los personajes principales.

2.3. Vetusta.

Es notorio que la ironía del autor se muestre a cada instante, nada más comenzar la obra leemos: "La heroica ciudad dormía la siesta" y digo ironía porque a través de su extenso contenido nos va relatando y haciéndonos ver que lo único heroico en la ciudad son los encajes arquitectónicos de la catedral. Ninguno de los personajes —a excepción del tenorio Mesía— es independiente del medio en el que vive, y el  autor sabe recoger y calibrar muy bien las delaciones que median y a veces determinan a los personajes.


Diez Echarri dice que el personaje central es Vetusta, que influye en todos los actos de los habitantes: "Vetusta pesa sobre algunos personajes como una losa de plomo; pero aún aquí el ambiente es ayudado por otras circunstancias".


Pero lo que más nos interesa es la opinión del propio autor recogida de la novela:

"... algo de rutina que interrumpía la monotonía eterna de la ciudad triste". 

"... esta tierra maldita del agua y de la niebla". 

"Vivir en Vetusta la vida ordinaria de los demás era como encerrarse en un cuarto estrecho con un brasero. Era el suicidio por asfixia". 

"En Vetusta lo mejor es el arbolado". 


Existen en este marco abrumador, donde cualquiera es blanco de su influencia
tiránica, una serie de influencias entre los principales personajes que hacen que el
comportamiento de estos sea amañado, afectado y cargado de poses hipócritas ante los demás. Así es el comportamiento de Ana en todos los sitios menos en casa, el de Fermín de visita, el de la marquesa cuando tiene invitados, el de Glocester delante del Magistral, y una lista amplia de personajes y situaciones.