3. La coherencia

La coherencia es la propiedad del texto que hace que éste se interprete como una unidad de información en la que todos los elementos se relacionan entre sí para formar el significado global. Para que un texto sea coherente es necesario que se den también las otras propiedades: que el texto sea adecuado a la situación y que los elementos que lo forman estén cohesionados, es decir, unidos por marcas que muestran la conexión de las ideas.

Destacamos dos aspectos básicos de la coherencia: la selección de la información y su estructuración

Cuando hablamos o escribimos ponemos en juego una serie de conocimientos con los que contamos en el momento de seleccionar la información que queremos comunicar y que completan esta información sin necesidad de ser dichos o enunciados. Estos conocimientos resultan imprescindibles para que el texto tenga sentido o, lo que es lo mismo, para que sea coherente. Son el contexto lingüístico, la situación, y un conjunto de conocimientos variados (lingüísticos, culturales, del mundo físico, etc.) que comparten emisor y receptor. 

Para ser coherente, todo texto ha de tener un tema (idea o plan global) que ha de manifestarse a lo largo de su desarrollo. Los elementos del texto -enunciados, párrafos o fragmentos- se relacionan porque tratan sobre aspectos diversos del mismo tema. El tema o idea global se puede manifestar externamente en los títulos del texto, artículo u obra, o también en los títulos de los capítulos o apartados. 

El receptor identifica el tema resumiendo el texto a lo esencial: suprimiendo informaciones accesorias, seleccionando la información relevante, generalizando a partir de características particulares y, finalmente, integrando los diversos conceptos en uno sólo que los abarque en su conjunto. 

En los textos, la información va avanzando gracias a la manera de enlazar el tema y a la nueva información que el emisor va aportando. Los procedimientos más frecuentes para lograr un avance en la información son: 

a) Tema constante: el tema se repite a lo largo de las oraciones que configuran el párrafo. 

b) Temas derivados: una vez enunciado el tema principal, el resto de los temas son aspectos o partes del primero. 

c) Temas enlazados: cada nuevo tema contiene información de aspectos o partes del tema anterior. 

Para que un texto sea coherente, desde el punto de vista del texto como producto, es necesario que siga las reglas siguientes: 

a) Regla de repetición: la mayor parte de las proposiciones se han de encadenar tomando como soporte la repetición de unos elementos base. 

b) Regla de progresión: su desarrollo se ha de producir con una aportación constante de nueva información. 

c) Regla de no-contradicción: no se puede introducir ningún elemento semántico que contradiga un contenido establecido anteriormente (explícito o presupuesto) 

d) Regla de relación: los hechos a los que se refiere el texto han de estar relacionados con el mundo real o imaginario representado.