2. - El cuento (fantástico)

  • Como apunta David Roas: 
    • Las características del cuento de Cristina Fernández Cubas son varias: 
      • Están envueltos en una dimensión inquietante
      • Exploran psicologías ‘oscuras’ en sus personajes 
      • Rompen las expectativas del lector
      • Juegan hábilmente con la incertidumbre y la ambigüedad al no revelar toda la información necesaria para interpretar de manera clara las historias.
    • El relato fantástico, sustituye la familiaridad por lo extraño, nos sitúa inicialmente en un mundo cotidiano, normal (el nuestro), que inmediatamente es asaltado por un fenómeno imposible –y, como tal, incomprensible– que subvierte los códigos –las certezas– que hemos diseñado para percibir y comprender la realidad. En definitiva, destituye nuestra concepción de lo real y nos instala en la inestabilidad y, por ello, en la absoluta inquietud. 
    • El modo de desvelar progresiva y pausadamente la información es determinante para lograr el efecto emocional deseado y que se concentra en los momentos clave.
    • Dicho de otro modo: Los cuentos de Cristina Fernández Cubas persiguen dos objetivos fundamentales, propios de toda narración fantástica: por un lado, inquietar al lector con la presencia de seres y fenómenos inexplicables, y, por otro, indagar en el lado oscuro de lo real, es decir, en lo que tales seres y fenómenos simbolizan: la trasgresión de las coordenada que sustentan nuestra realidad y que nos permiten situarnos en ella (habitarla). Asimismo, algunos de esos fenómenos fantásticos sirven como metáfora de los miedos del ser humano.
    • Más adelante nos advierte de que la cotidianidad es, en los cuentos de Cristina Fernández Cubas, un requisito esencial para la creación del efecto fantástico: el personaje (y a través de él el lector) debe sentir que su realidad habitual se desfamiliariza, se subvierte al ser invadida por un fenómeno imposible.
    • En cuanto a los efectos de lo fantástico: La irrupción de lo fantástico provoca la deformación, la subversión de lo real, de lo que hasta ese momento cosiderábamos nuestra cotidianidad. En ese mundo familiar se mueven personajes también cotidianos, seres normales sumidos en sus rutinas diarias, que de pronto se ven sometidos a azares y fuerzas que los desbordan y trastornan, y que provocan que lo que hasta ese momento se presentaba como normal se transforme en algo ominoso.

  • Asunción Castro Díez nos advierte de que lo fantástico en los cuentos de Cristina Fernández Cubas cuentos no depende tanto de los temas, que a menudo poco o nada tienen que ver con la posibilidad de lo extraordinario, sino de su disposición dentro de la trama, así como de la percepción, a menudo distorsionada o ambigua, que los personajes tienen de su realidad. Y es que, junto con los acontecimientos que marcan la progresión de la peripecia, el narrador nos transmite las sensaciones e impresiones que éstos le suscitan y que inciden en la provocación de extrañeza o de inquietud. Más aún, los acontecimientos muchas veces son secundarios y no alcanzan la relevancia que en cambio sí tiene ese cúmulo ambiguo de impresiones subjetivas a las que la prosa de Cristina Fernández Cubas va dando forma.
  • El modo de desvelar progresiva y pausadamente la información es determinante para lograr el efecto emocional deseado y que se concentra en los momentos clave.
  • Sus cuentos se constituyen como vivencias interiorizadas de una realidad que, al ser sometida a una perspectiva insólita o deformada, adquiere perfiles insospechados. La prosa de la escritora da forma a atmósferas inquietantes que brotan de lo cotidiano, provoca imágenes que sugestionan al lector, rastrea las luces y sombras de una realidad ficcional a menudo evanescente, da nombre a sensaciones etéreas, inconcretas, vagas. Y, en definitiva, los cuentos enfrentan al lector a la pérdida de seguridad en un mundo aparentemente racional y conocido que, repentinamente, puede mostrar su cara más misteriosa.

  • Pilar Nieva de la Paz apunta lo siguiente: "Los cuatro cuentos que componen Mi hermana Elba coinciden en mostrar la irresistible atracción que la escritora siente por la complejidad de las relaciones humanas, cuya oscura naturaleza, oculta en primera instancia, dota de misterio e irrealidad al conjunto de su narrativa fantástica. Aparecen unificados también por la utilización de un tipo de espacios caracterizados por el aislamiento en medio de la naturaleza, lejos de los núcleos urbanos, verdaderos microcosmos en los que la intensa convivencia a la que parecen forzados sus habitantes adquiere una trascendencia simbólica especial".
  • También tiene en cuenta que "una y otra vez se nos presentan lazos afectivos en los que predomina el abuso y la dependencia, simbólicamente manifestados mediante procesos de apropiación de la identidad ajena, de vampirización y pasiva aceptación de la propia destrucción, de claro componente patológico".

  • Respondiendo a por qué sus obras no son muy largas en una entrevista con María del Mar López-Cabrales: "Porque entre la intensidad y extensión apuesto por lo primero. Si algún día escribo un libro de quinientas páginas, cosa que dudo, será porque el tema bien podría dar para dos mil. Para mí ser concisa es un reto. No soporto las historias machacadas y repetitivas, me gusta la sugerencia y creo en el lector inteligente y creativo. Hay que darle una historia, desde luego, una historia con todos sus elementos, no un “esbozo de…”. Pero me gusta pensar que el lector, en muchas ocasiones, se quedará meditando más allá de la palabra “Fin”".