6. . Los personajes

6.2. . Dos mundos enfrentados

En La Celestina aparecen dos mundos cara a cara: el de los señores y el mundo bajo de criados y busconas.

Por los datos que se proporcionan de ellos, podemos suponer que los personajes elevados pertenecen a la clase de los ricos ennoblecidos; es decir, burgueses que han adoptado los modos de vida de la aristocracia antigua. Las palabras de Pleberio en su monólogo final dejan bien claro cuál es el origen de su fortuna:

"¡Oh duro corazón de padre!, ¿cómo no te quiebras de dolor, que ya quedas sin tu amada heredera? ¿Para quién        edifiqué torres; para quién adquirí honras; para quién planté árboles; para quién fabriqué navíos?" (acto XXI)

Notemos que habla de las honras, también, como algo comprado, no heredado

Calisto y Melibea son, desde este punto de vista, dos jóvenes pertenecientes a esta nueva clase urbana pujante. Él aparece como un joven ocioso, dedicado a la caza y a la holganza. Sucumbe de manera obsesiva a la pasión amorosa y se muestra inseguro y egoísta. Para conseguir el objetivo de alcanzar a Melibea, se pone en manos de sus criados y de Celestina. Melibea, al principio, es más comedida e intenta no perder de vista las convenciones sociales propias de su clase (le preocupa que su actuación pueda llevar a la deshonra a la casa de sus padres). Inicialmente, su concepción del amor es más espiritual que la de Calisto, pero acaba viviendo la pasión con la misma intensidad que su amado. De hecho, antes de quitarse la vida se lamenta porque la muerte de Calisto la privó de seguir gozando sexualmente de él, así como por no haber disfrutado más cuando estaba a su lado.

"¡Muerta llevan mi alegría! ¡No es tiempo de yo vivir! ¿Cómo no gocé más del gozo? ¿Cómo tuve en tan poco la gloria que entre mis manos tuve?" (acto XIX) 

En cuanto a los padres de Melibea, se presentan como un matrimonio preocupado por su hija. No obstante, su actitud es negligente, especialmente la de la madre, que en el acto IV deja sola a su hija con Celestina aun conociendo los antecedentes de la alcahueta. 

En el nivel elevado también aparece ocasionalmente el clero, pero como cliente asiduo de Celestina.

En el estamento bajo encontramos a los criados, a las prostitutas y a la propia Celestina. Ya hemos hablado de estos personajes, pero transcribiré aquí la descripción de Celestina que se halla en la Introducción de la Editorial Almadraba:

"Celestina es el personaje central de la obra. Vieja astuta, hechicera y alcahueta, vive de las debilidades ajenas, sabe de afeites y cosméticos, de conjuros mágicos, recompone virgos, ofrece su casa para encuentros amorosos clandestinos, concierta citas y vende virginidades. Defiende su independencia y se siente orgullosa de su oficio. Confía tanto en el diablo, a quien concita en sus conjuros, como en sí misma. Conoce la psicología humana y los puntos débiles de cada cual, y es una hábil manipuladora. Hoy diríamos que sabe comunicar muy bien, ya que tiene la palabra apropiada para cada uno y sabe salir airosa de las situaciones comprometidas gracias a su inteligencia y rapidez mental".

Es una excelente descripción. A destacar su saber en "conjuros mágicos" y su confianza en el diablo, a quien "concita en sus conjuros". Recordemos lo estudiado en el apartado sobre brujería y hechicería: desde el momento que Celestina convoca al diablo, se podría considerar como una bruja, pero al no renunciar a su fe cristiana, quizás no debamos considerarla como bruja, sino más bien como hechicera. Al mismo tiempo, vemos de nuevo subrayada la portentosa capacidad verbal de Celestina, que la hace capaz de revertir las situaciones más adversas, como en el acto IV, cuando visita a Melibea por primera vez y le nombra a Calisto: la joven reacciona de forma colérica, pero ella, Celestina, sabe reconducir la situación de la manera más astuta y eficaz con su retórica envolvente. 

CELESTINA: "Que, pues en tu mucha virtud me faltó piedad, también me faltará agua, si a la mar me enviara. Pero ya sabes que el deleite de la venganza dura un momento y el de la misericordia para siempre".

MELIBEA: "Si eso querías, ¿por qué luego no me lo expresaste? ¿Por qué me lo dijiste por tales palabras?" 

CELESTINA: "Señora, porque mi limpio motivo me hizo creer que, aunque en otras cualesquier lo propusiera, no se había de sospechar mal". 

El punto débil de Celestina, sin embargo, es la avaricia, que será la causa de su muerte.