4. . Argumento y estructura

El argumento es muy sencillo (óbviamente, no os lo explicaremos aquí). El núcleo de la trama ya se encontraba en la primera versión de la obra, de dieciséis actos, y no se complica mucho más en la segunda, de veintiún actos. Entre los actos XIV y XX se prolongan un mes los amoríos de Calisto y Melibea, pero no se introduce ningún elemento nuevo. ¿Cómo puede entonces un argumento tan sencillo dar lugar al desarrollo de una de las obras más importantes de la literatura castellana? La respuesta está en la estructura de La Celestina y en cómo Fernando de Rojas la organiza. El mayor problema que plantea la estructura de la obra es su excesivo número de autos, contraviniendo la preceptiva clásica que establecía entre tres y cinco el número de actos de una pieza dramática. Es llamativa también la desproporción entre los diversos actos en cuanto a su extensión: actos como el primero o el doce son largos, frente al segundo, el quinto, el trece o el quince, que tienen el aspecto de meras transiciones entre unos y otros episodios. Así, el primer acto podría dividirse al menos en tres: el encuentro de Calisto y Melibea y la posterior conversación con aquél con su criado Sempronio; el episodio en que éste acude a casa de Celestina; y la escena en casa de Calisto, donde fundamentalmente discuten Pármeno y la alcahueta. 

Esta división en autos (actos) debe imputarse al propio autor, quien, tal vez por influencia de la comedia humanística, no tenía demasiado clara la distinción entre actos y escenas. Por otra parte, ya hemos explicado que Rojas no compone una genuina obra de teatro, ya que en muchos momentos se aproxima al género novelesco, cuyas obras acostumbraban a dividirse en muchos capítulos también de extensiones desiguales. 

Los diálogos tienen un papel fundamental en la estructura de la obra, y cuentan con dos ritmos diferentes. Un ritmo lento, meticuloso en la descripción de los personajes, de los ambientes, en la explicación de una idea, de una tesis, de las consecuencias de una decisión, etc. Pensemos en el primer diálogo entre Calisto y Pármeno. Estos largos diálogos, de los que hay muchos ejemplos en toda la obra, tienen su alternancia en rápidos cambios de ritmo que comportan una aceleración en el desarrollo de los hechos y cuya realización es muy similar a la del teatro moderno. Los mismos personajes que tardan dos páginas en describir un acontecimiento o una persona, son capaces también de rapidísimos intercambios de información, de decisiones tomadas en un momento dado, de apartes fulminantes que se intercalan en los diálogos. Un buen ejemplo del uso de los apartes es el primer encuentro entre la Celestina y Melibea en presencia también de Lucrecia, su criada. En reiteradas ocasiones Melibea se ve obligada a preguntar qué se dice "entre dientes", como cuando le dice a Celestina: "¿Aún hablas entre dientes delante de mí para acrecentar mi enojo y doblar tu pena?"

Otra función esencial que tienen los diálogos es la de brindar informaciones al lector para situar la acción e imaginar los escenarios en los que se realiza. A través de lo que se dice en ellos, descubrimos cómo es la casa de Celestina, cómo son las habitaciones donde viven ella y su protegida Elicia. Conocemos además la ciudad, sus calles, sus plazas, sus arrabales, donde se crió Pármeno y donde vivió muchos años la misma Celestina. Ese detallismo realizado a través de la palabra crea un escenario de un realismo que no tiene comparación en otras obras de la literatura medieval y que se echa de menos incluso en muchas de las del Siglo de Oro. Un realismo que sitúa la acción en un ambiente urbano moderno y que es otro rasgo diferencial entre la obra maestra de Fernando de Rojas y las otras del mismo periodo. 

La palabra también tiene en La Celestina la función de marcar el tiempo o, mejor dicho, los tiempos de la acción. Así, las palabras sugieren al lector el tiempo adecuado para cada acción, colocando referencias puntuales y precisas sobre las horas, días, meses o años transcurridos entre un acontecimiento y otro. 

Gracias a la gestión del espacio y del tiempo, la estructura de La Celestina se vuelve compleja pese a tener la obra un argumento tan sencillo. La sencillez de dicho argumento es consecuencia también de una reducción de los temas principales a solo tres: el amor, el dinero y la muerte.