3. . El género literario

¿Es La Celestina una novela? ¿Es una obra dramática, una pieza escrita para el teatro? ¿Es una novela dramatizada? Como en el caso de la autoría, no hay una respuesta única para estas preguntas, sino diferentes puntos de vista. Veámoslos. 

Los críticos que proponen colocar La Celestina en el género de la novela aducen pruebas como la imposibilidad de representar una obra con una extensión tan excesiva. Además afirman que las características de ciertos diálogos no encajan con la verosimilitud de la acción dramática. Un ejemplo de esto sería el diálogo del primer acto entre Calisto y su servidor Pármeno. Sempronio y Celestina acaban de llamar a la puerta de la casa de Calisto, y Pármeno, con el fin de alertar a su amo sobre los engaños y manejos a los que suele dedicarse Celestina, suelta un discurso que por sí mismo llevaría varios minutos para ser pronunciado. Todo el tiempo que Pármeno ocupa para pronunciar ese discurso, y todo el tiempo del diálogo que sigue entre él y Calisto, ¡vería a Sempronio y a Celestina esperando fuera de la puerta a que se les abriera! Este elemento inverosímil que se repite a lo largo de toda la obra, junto con otros del mismo signo, han servido para argumentar que La Celestina no es una obra que nace para ser puesta en escena, y por lo tanto, que es una novela. Además, frente al máximo de cinco actos del teatro clásico, La Celestina presenta veintiuno. 

Sin embargo, otros especialistas afirman que la estructura dialogada de la obra es el mejor argumento para demostrar que estamos ante un texto dramático, tal como harían pensar también las definiciones de Comedia y Tragicomedia con las que se han denominado las dos fases sucesivas de redacción de la obra. La Celestina es toda acción y carece prácticamente de aspecto narrativo

Entre las dos posturas, parte de la crítica ha elaborado una definición híbrida, calificando a La Celestina de "novela dramática", es decir, de novela que nace para ser leída en público e interpretada de forma dramática, teatral. Avalan esta tesis las palabras que Alonso de Proaza deja en una de las coplas añadidas al final de la obra en las ediciones de Toledo y Sevilla cuando "Dize el modo que se ha de tener leyendo esta Tragicomedia":

Si amas y quieres a mucha atención,

leyendo a Calisto mover los oyentes,

cumple que sepas hablar entre dientes:

a veces con gozo , esperanza y pasión;

a veces airado, con gran turbación.

Finge leyendo mil artes y modos,

pregunta y responde por boca de todos,

llorando y riendo en tiempo y sazón.

Estos versos del corrector evidencian el carácter de texto destinado a una lectura en público que debía tener La Celestina. Alonso de Proaza no solo aconseja los sentimientos que hay que poner en la lectura de la obra sino que especifica incluso las técnicas que hay que aplicar en ciertos pasajes como, por ejemplo, cuando dice "cumple que sepas hablar entre dientes", clara alusión a los abundantes apartes sembrados por todos los diálogos. 

Esta variedad de interpretaciones en cuanto al género literario de La Celestina ha llevado a algunos estudiosos a afirmar que la obra de Fernando de Rojas es "agenérica", en el sentido de que no pertenece a ningún género en particular sino que estaría a caballo entre la novela y el teatro. 

En cuanto al nombre de "Comedia", el motivo es la gran tradición y difusión que tenía en el siglo XV la Comedia humanística, una corriente literaria que, nacida en Italia, había expandido su influencia a lo largo de toda Europa, y en España en particular debido a las relaciones políticas y económicas entre las dos penínsulas. Además, en La Celestina se puede hallar la influencia de dos autores latinos, Plauto y Terencio, cuyas comedias tenían siempre una intriga amorosa como tema central y como motor de la acción dramática. 

Pero es que, encima, Fernando de Rojas propuso el nombre de tragicomedia para su obra en el prólogo de la edición de 1507: 

"Así que cuando diez personas se juntaren a oír esta comedia, en quien quepa esta diferencia de condiciones como suele acaecer, ¿quién negará que haya contienda en cosa que de tantas maneras se entienda? Que aun los impresores han dado sus punturas, poniendo rúbricas o sumarios al principio de cada acto, narrando en breve lo que dentro contenía: una cosa bien excusada, según lo que los antiguos escritores usaron. Otros han litigado sobre el nombre, diciendo que no se había de llamar «comedia», pues acababa en tristeza, sino que se llamase «tragedia». El primer autor quiso darle denominación del principio, que fue placer, e llamóla «comedia». Yo, viendo estas discordias, entre estos extremos partí agora por medio la porfía e llaméla «tragicomedia».

Según el autor, el cambio de denominación de comedia a tragicomedia tiene que ver con el final trágico o con las polémicas que envuelven a la obra; no podemos negar que ambas denominaciones nos llevan a pensar en el género teatral. No obstante, los cambios constantes de lugar y los saltos temporales dificultarían enormemente llevarla a escena de manera convencional. Además, el uso del tiempo y el espacio en La Celestina es más narrativo que teatral. Rojas crea el espacio y el tiempo sin tener en cuenta las convenciones dramáticas sobre escenas y actos. En general, tal como indicó la estudiosa de la obra María Rosa Lida de Malkiel, La Celestina se evade de las limitaciones del género dramático y adopta las ventajas y posibilidades de la novela, pero sin dejar de ser una obra dramática. Es una obra que, aunque sea un drama, no nace para ser representada en un teatro sino para ser recitada o leída en voz alta