1. Definición

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El texto argumentativo tiene como objetivo expresar opiniones o rebatirlas con el fin de persuadir a un receptor. El objetivo de la argumentación es conseguir que el receptor se sitúe a favor o en contra de una idea determinada, e incluso que actúe: que asista un espectáculo porque la crítica es favorable, por ejemplo, o que vote determinada opción política porque los argumentos del político le han convencido. Por ello exige del emisor un conocimiento global del tema y de las técnicas de persuasión, esto es, de estrategias para modificar las ideas del receptor. Además de la función referencial, que domina en la parte en que se expone las ideas básicas, se da la función conativa, característica en el desarrollo de los argumentos.


La argumentación se da en temas que se prestan a discusión o bien que pueden contemplarse desde puntos de vista diversos; lo que equivale a decir que, en general, aparece en muchos y muy variados textos como, por ejemplo, en textos científicos o periodísticos. Son textos argumentativos, entre muchos otros: el ensayo, la oratoria política y judicial (así, la defensa de un abogado ante el juez), algunos recursos de la publicidad, artículos de opinión y editoriales, cartas al director y artículos de crítica cultural (cinematográfica, teatral, deportiva...). En la lengua oral, además de aparecer con frecuencia en la conversación cotidiana (aunque sin mucha elaboración y con poco rigor), es la tipología dominante en los debates, coloquios o mesas redondas.


El texto argumentativo no suele darse puro, sino acompañado, sobre todo, de la exposición, con el fin de presentar el tema sobre el que se va a debatir, y también, en ocasiones, para hacer más objetiva la argumentación. Ambas formas pueden confundirse; pero mientras que la exposición se limita a mostrar, la argumentación intenta demostrar, convencer o cambiar una idea (tesis) anterior.


La selección de la información depende del asunto de que se trata (del que debemos tener un buen conocimiento) y de la situación. En cuanto a esta última, son especialmente importantes los conocimientos previos, ideas o creencias del receptor, porque si se trata de convencerlo, es necesario que tengamos claro su punto de partida. En la argumentación, además, el emisor debe prever los contraargumentos que pueda necesitar, para lo cual hay que tener bien presente al posible receptor de nuestro texto (nos sea o no conocido); es decir, la argumentación pide que nos hagamos una idea (hipótesis) de cómo es el destinatario de nuestro texto.


Resumiendo, diremos que argumentar es presentar razones para fundamentar alguna idea u opinión sobre un tema . Hay que tener en cuenta que cualquier argumentación puede orientarse en dos direcciones, confirmación o refutación, según se aporten razones o argumentos para probar la verdad o la falsedad de una idea, respectivamente. Esa idea o eje central del texto argumentativo recibe el nombre de tesis. No olvidemos que cuando intentamos convencer a una persona o grupo sobre una determinada idea es porque hay otras formas de verla. Muchas veces este proceso es polémico, pues depende de las ideas previas del emisor o del receptor.