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"Las horas que uno pasa soñando forman parte de la realidad"

Cristina Fernández Cubas
Desde Mi hermana Elba (1980) hasta La habitación de Nona (2015), Cristina Fernández Cubas ha cultivado el género literario del cuento convirtiéndose en una autora de referencia en este campo. La escritora conversó sobre su obra con Fernando Valls en un acto en la Facultad de Filosofía y Letras.

28/01/2016

Cristina Fernández Cubas, destacada figura literaria de las letras españolas actuales, disertó sobre sus cuentos junto con Fernando Valls, profesor del Departamento de Filología Española, en un acto que tuvo lugar el 27 de enero, en la Facultad de Filosofía y Letras. Estuvo organizado como una actividad del Máster en Lengua Española, Literatura Hispánica y Español como Lengua Extranjera de la UAB.

Después de ejercer el periodismo (escribió en Fotogramas y, cuando vivía en Perú, en La Crónica), Fernández Cubas inició su carrera literaria con la recopilación de cuentos Mi hermana Elba y se convirtió en una de las principales cultivadoras del género en lengua española, aunque su obra abarca también tres novelas, un libro de memorias narradas y una pieza teatral. Antes de la charla, Fernández Cubas y Valls respondieron algunas preguntas sobre los libros de la autora y sobre el género literario del cuento. Género que, como subraya Valls, ha contribuido decisivamente a la obra de autores tan destacados como Chéjov, Borges, Cortázar, Poe, Hoffmann, Maupassant, Isak Dinesen...

¿De dónde surgen sus cuentos: anécdotas, influencias de otras lecturas, sueños...?

CRISTINA FERNÁNDEZ CUBAS: La inspiración es un misterio que puede surgir del lugar más inesperado. De lecturas, lo que menos. En mi caso, viene más bien de recuerdos y ensoñaciones; de una imagen entrevista en un sueño que de repente te intriga, quieres saber adónde va y te pones a escribir; de una frase oída en el autobús… Las fuentes de inspiración están en todas partes, en la vida misma.

En efecto, hay un recurrente componente onírico en sus textos.

C.F.C.: Soy una soñadora pertinaz. Las horas del día que uno pasa durmiendo y soñando, entrando en ese mundo con claves distintas a las claves de las horas de vigilia, no diré que son mis horas favoritas pero las disfruto, la verdad. Son como viajes.

En otra entrevista, hablaba usted de la importancia del proceso de escritura. ¿Sufren sus textos grandes transformaciones respecto a la idea de partida?

C.F.C.: A veces sí y a veces no. Una cosa es tener una idea y otra es llevarla al papel. El papel exige verosimilitud y plasmar la idea, a veces, es difícil. Y el proceso de escritura me parece muy interesante, sobre todo, para uno mismo. El lector, posiblemente, no se entera; pero, al autor, le queda el recuerdo de lo que fue descubriendo a medida que avanzaba en lo que quería contar.

¿Sabe a priori lo que va a ser un cuento y lo que va a ser una novela, hay premeditación?

C.F.C.: Mis novelas quizás no sean novelas típicas. Con El año de gracia, yo pensaba que iba a hacer un cuento y me di cuenta de que, para lo que quería explicar, necesitaba un formato que se ha dado en llamar novela. Pero participa del ambiente onírico que suelo tratar en los cuentos. También pasa en El columpio y casi no me atrevo a hablar de La puerta entreabierta porque es una novela pero está repleta de cuentos. Por lo tanto, soy poco dada a esas divisiones.

FERNANDO VALLS: Creo que eres una escritora de cuentos a la que, a veces, para lo que quieres contar, la dimensión del cuento no le es suficiente. Pero el punto de partida siempre es el cuento.

C.F.C.: En el fondo, así es. Pero eso no quiere decir que no me gusten mis novelas.

¿Por qué usó el pseudónimo de Fernanda Kubbs para La puerta entreabierta?

C.F.C.: Es una extranjerización de mis apellidos. Me dividí, de alguna manera, en dos. Y lo hice porque cambié de línea: a mí me gusta jugar con lo posible y lo imposible, lo verosímil y lo inverosímil; y ahí, en cambio, pedía imaginación al lector y que aceptara una serie de cosas ya desde el primer capítulo. Por respeto a mi lector habitual, quise avisarle: "soy yo, pero en otra línea". A la cual, por cierto, pienso volver alguna vez, porque le tengo mucho cariño.

En su obra, tiene una especial importancia el misterio, incluso un surgimiento oblicuo de lo fantástico: sin serlo exactamente, lo es.

C.F.C.: La primera vez que me dijeron que mis cuentos eran fantásticos, me enfadé mucho. Ahora, entiendo que puedan ser considerados así. Creo que rozan lo fantástico sin sumergirse. En todo caso, me es difícil encasillarlos. Las horas que uno pasa soñando forman parte de nuestra realidad y yo no las desdeño: es mi mundo, se le llame fantástico o no fantástico. Y, desde luego, hace un guiño a lo que no se ve.

Juega con la ambigüedad entre realidad e irrealidad.

C.F.C.: A lo mejor, eso es realidad también, sólo que no la vemos. Tengo un sentido muy amplio de lo que es la realidad. Por eso entronca con lo que, para algunos, es fantástico.

Y hay, a menudo, contacto entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

C.F.C.: La muerte es una realidad. Cada uno la rehúye y no quiera saber nada, o intenta explicársela y aceptarla. Ahí está y yo no me olvido.

También incide con frecuencia en el paso de la infancia a la adolescencia.

C.F.C.: Claro, los momentos de tránsito e inseguridad son momentos cumbre. La infancia, que tiene un punto de magia, y la adolescencia, que es muy doliente, son etapas interesantísimas para el ser humano y, desde luego, literariamente también.

¿Qué supone su último libro, La habitación de Nona, respecto a su obra anterior?

C.F.C.: Literariamente hablando, no lo sé. Para mí, ha supuesto algo muy importante por muchas razones personales. He tenido una sensación parecida a la que tuve cuando escribí Cosas que ya no existen: la de haberme sacado una mochila de piedras. Cosas que ya no existen era un libro sobre recuerdos y La habitación de Nona es ficción pero hay muchas cosas de la vida que se mezclan. Al acabarlo, me he quedado muy tranquila. Como quien llega a una casa cargada de paquetes, los tira todos y se echa en el sofá.

F.V.: Preguntaba antes de dónde surgen los cuentos. La habitación de Nona surge de un cuadro real (Interno con figura de Adriano Cecioni) que está en la cubierta del libro y que ella vio en una exposición en Madrid.

C.F.C.: Sí, me impresionó mucho. Tiene mucho enigma, mucha historia. Me gustan las pinturas con historias no exactamente contadas sino sugeridas.

La protagonista de La nueva vida, otro cuento incluido en el volumen, parece tener algo de usted.

C.F.C.: Totalmente. También la protagonista de La habitación de Nona pero, sobre todo, la de La nueva vida.

¿Creen que el mundo académico valora y estudia en su justa medida el género del cuento?

C.F.C.: No sé si está valorado en general pero la gente que lo valora, lo valora mucho. Quizás seamos como una secta pero se va agrandando. Paso la pelota al señor Valls.

F.V.: Sí, ahora hay ya muchos estudios. Para hacernos una idea: hace dos meses, la Universidad de Zúrich dedicó un congreso al cuento español actual. Es significativo que una universidad tan prestigiosa dedique un congreso al género centrado, además, en los autores más jóvenes. Lo que pasa es que la historia del cuento está mucho peor hecha que la historia de la novela. Hay muchos trabajos pero está aún por hacer, y eso es significativo.

CFC: También es significativa la consideración de "cosa rara" que siempre ha tenido. A un novelista no se le pide nada. A los cuentistas, en cambio, siempre se nos pregunta por qué estamos en esto, etc. Cuando publiqué Mi hermana Elba, era una rareza y, si consultáramos las hemerotecas, veríamos que, en cada entrevista, repito como un loro que el cuento es un género en sí mismo. Algo tendrá, algo misterioso que forma parte de su encanto y de su idiosincrasia.

Más información: Máster Oficial - Lengua Española, Literatura Hispánica y Español como Lengua Extranjera