Oda al licenciado Juan de Grial
ODA XI AL LICENCIADO JUAN DE GRIAL Recoge ya en el seno el campo su hermosura; el cielo aoja con luz triste el ameno verdor, y hoja a hoja las cimas de los árboles despoja. Ya Febo inclina el paso al resplandor egeo; ya del día las horas corta escaso; ya Éolo al mediodía soplando espesas nubes nos envía; ya el ave vengadora del Íbico navega los nublados y con voz ronca llora, y, el yugo al cuello atados, los bueyes van rompiendo los sembrados. El tiempo nos convida a los estudios nobles, y la fama, Grial, a la subida del sacro monte llama, do no podrá subir la postrer llama. Alarga el bien guiado paso y la cuesta vence y solo gana la cumbre del collado y, do más pura mana la fuente, satisfaz tu ardiente gana; no cures si el perdido error admira el oro y va sediento en pos de un bien fingido, que no ansí vuela el viento, cuanto es fugaz y vano aquel contento. Escribe lo que Febo te dicta favorable, que lo antiguo iguala y pasa el nuevo estilo; y, caro amigo, no esperes que podré atener contigo; que yo, de un torbellino traidor acometido y derrocado del medio del camino al hondo, el plectro amado y del vuelo las alas he quebrado. |