8. Conclusión: arte y lenguaje del esperpento

La orientación estética general a que responde la “esperpentización” ya ha sido expuesta a lo largo de estas páginas. También cabe recordar las tan citadas declaraciones que hace el propio protagonista en el Callejón del gato, en la escena XII. Tal orientación supone un repertorio de rasgos, que pueden ser resumidos en lo esencial: 

i) La deformación, la distorsión de la realidad, está en la base del esperpento. Como ejemplo, es muy significativo que un parque público con mujerzuelas se transforme en “parodia grotesca del jardín de Armida”, en intencionada referencia a un modelo de épica culta. O, que al presentar a la policía a caballo se hable de “trote épico” y de “soldados romanos”. La deformación paródica no retrocede ante nada. Y, así se esperpentiza incluso la muerte. 

ii) La degradación de los personajes se manifiesta, entre otras cosas, por los frecuentes rasgos de animalización o cosificación. Los hombres se transforman en “perros”, “camellos”, “cerdos”, etc; o en “fantoches” o “peleles”. 

iii) Fundamental es el empleo de contrastes, especialmente entre lo doloroso y lo grotesco. En este sentido, la cima sería el velatorio de Max. Estos contrastes también los observamos en el uso magistral de la lengua. 

iv) No menos característico es el tipo de humor: la mordacidad, la risa agria. Risa que, según un personaje, sirve a los españoles como consuelo “del hambre y los malos gobernantes”. Pero, para Valle, es más bien un ataque demoledor. 

v) En cuanto al lenguaje, asombra su riqueza y la variedad de registros empleados. Los más diversos tonos y modalidades aparecen ya con fines caracterizadores de los personajes, ya al servicio de la parodia o de la intención crítica: el lenguaje pedante o cursi, el uso paródico de frases literarias, el desgarro coloquial y los vulgarismos, junto con el léxico y los giros del habla madrileña castiza… En este sentido, como hemos visto, la maestría de Valle es inigualable. 

vi) Todo ello nos conduce al arte del diálogo. Señalemos sólo la oportunidad y exactitud con que se suceden las réplicas, combinando ágilmente los tonos y rasgos aludidos. 

vii) Paralelamente, debe destacarse el arte de las acotaciones, donde ya nos hemos referido a su carácter literario. 

Profundizar en todos estos aspectos de la escritura valleinclanesca no nos conduce sino a admirar más a cada momento su inmensa talla de creador verbal.