5. Tiempo

Tiempo interno: tiempo dramático. 

La obra está presidida por una marcada unidad temporal, su acción se desarrolla en menos de 24 horas, tal como fijaba la preceptiva clásica. Las doce primeras escenas transcurren desde el atardecer hasta el amanecer del día siguiente. Al iniciarse el epílogo con la escena decimotercera son casi las cuatro de la tarde. El tiempo dramático presenta un transcurso lineal y sucesivo en las doce primeras escenas y únicamente se produce una ruptura temporal entre la escena sexta (en el calabozo) y la escena séptima (la redacción de El Popular), y el final de la escena séptima y el principio de la octava (la Secretaría del Ministerio), cuyas acciones transcurren, en uno y otro caso, simultáneamente. 

Tiempo externo: tiempo histórico. 

En el escaso tiempo dramático que ocupa la obra se condensa un amplio tiempo histórico o real, puesto que en la obra se alude a una serie de acontecimientos sucedidos en nuestro país entre principios de siglo y 1924. La obra nos sitúa alrededor de 1920, eso es innegable, pero su trama temporal se teje con personajes y hechos históricos que no pudieron coincidir en el tiempo, con referencias al pasado y al presente; son hechos cronológicamente datables y situables, pero su combinación, su sabia mezcla tienen una finalidad estética: un efecto deformador. 

En Luces de Bohemia se acumulan hechos y referencias históricas y literarias en un confuso e intencionado uso de anacronismos . Por ejemplo se hace referencia a la pérdida de las colonias españolas de América (1898); a la Semana Trágica de Barcelona (1909), los obreros se niegan a abandonar las fábricas para ir a la guerra de Marruecos; A la Revolución Rusa y a la Huelga General (1917), la Ley de Fugas vigente de 1915 a 1922 que autorizaba a la policía a abrir fuego sobre los detenidos que intentasen escapar; dimisión de Maura, político conservador (1909); Manuel García Prieto político liberal nombrado por Alfonso XIII Presidente del Consejo, en el momento que transcurre la obra; la presencia de Rubén Darío como personaje hace pensar en acontecimientos anteriores a 1916, fecha del fallecimiento del nicaragüense. Todo ello forma un tiempo histórico indeterminado. La tremenda condensación realizada por Valle enriquece sobremanera la ambientación y el carácter histórico real del drama, ya que esta técnica es de gran efectismo en la creación de una atmósfera real verosímil. 

Tal visión incluye zarpazos a políticos de diverso signo: Castelar, Romanones y, especialmente, el conservador Maura. Tampoco el rey Alfonso XIII se libra de las ironías. Se arremete de diversos modos contra el mal gobierno y contra la corrupción. Se fustiga al capitalismo y al conformismo burgués. Y se presenta, en contraste, el hambre y las miserias del pueblo. De especial fuerza es la protesta ante la represión policial (La muerte del obrero catalán condenado a morir en la aplicación de la “ley de fugas”. O la muerte del niño a consecuencia de la represión callejera). Otro aspecto que merece la pena señalarse es la crítica a una religiosidad tradicional y vacía (escena II) y la crítica de figuras, escuelas: teosofía, sufragismo, maltusianismo o instituciones literarias (Burlas de la Real Academia, del Modernismo tardío o de escritores concretos: Galdós (“Don Benito el Garbancero”). 

Pero Valle-Inclán pretende reflejar la escena de la vida española en su totalidad, por ello además de las referencias literarias y políticas introduce una serie más amplia de referencias a la actualidad. De este modo aparecen referencias al papel del periodismo en la formación de la opinión. O también el cuadro de costumbres que revela la popularidad de la novela por entregas. Por otra parte, también se alude a los ídolos de la mitología popular: personajes de la tauromaquia, del espectáculos, Pastora Imperio…

A través de las referencias históricas que aparecen en la obra se recrea una época marcada por la inestabilidad y por la ausencia de soluciones viables para los problemas de España. Estamos ante un retablo de una época, en la historia de España, especialmente convulsiva y represiva: los primeros años del siglo XX. En suma, todo parece llevarnos, en conjunto a aquella frase suya que ya conocemos: “España es una deformación grotesca de la civilización europea”. 

Además en Luces de Bohemia el recuerdo nos proyecta hacia el pasado, Max permanece fiel a la bohemia, Don Latino la añora y Rubén Darío la da por superada pero la bohemia parisina permanece en la obra como época dorada. Pero también encontramos la proyección hacia el futuro en las premoniciones, especialmente las de muerte. Otra premonición muy importante por su función estructuradora es la del billete de lotería que llevará al desenlace de la obra.