3. Personajes

Tipología de los personajes. 

a) Según la base real o ficticia del personaje

-personajes de la vida real: Rubén Darío. 

-personajes basados en personalidades de la vida real: Max Estrella (Alejandro Sawa) Marqués de Bradomín (Valle-Inclán).

-personajes de ficción: Pica lagartos, La Pisa-Bien, etc. 

-personajes aludidos: Maura, Romanones... 

-personajes arquetípicos o genéricos: el sereno, los guardias… 

-personajes colectivos: los Epígonos de Parnaso Modernista. 

-personajes animales: el loro, el perro…

-personajes arquetípicos o genéricos: el sereno, los guardias… -personajes colectivos: los Epígonos de Parnaso Modernista. -personajes animales: el loro, el perro…

b) Personajes según su determinado estrato social. 

El mundo oficial: la sociedad burguesa, política, mundo literario oficial. Para los burgueses no hay valor alguno. ni derecho más importante que la defensa de los intereses comerciales. La solución que se menciona en la obra no puede ser más revolucionaria “Hay que establecer la guillotina eléctrica en la Puerta del Sol”. La burguesía catalana aliada con el poder central (gobierno Maura-Cambó) merece los más duros ataques. 

La España oficial está representada en su grado más alto por el Ministro de la Gobernación, un hombre que participó en la bohemia juvenil pero que se ha integrado en el engranaje social de la Restauración. Max le dice con ironía: “tú has sido más vidente dejando las letras por hacernos felices gobernando”. El ministro es un renegado del mundo del ensueño, y del hambre, participa en la farsa del país con poses y actitudes que aplica a todos sus actos“su Excelencia, tripudo, repintado, mantecoso, responde con un arranque de cómico viejo, en el buen melodrama francés”. 

Don Filiberto, el redactor jefe de “El Popular” es también portavoz de los valores oficiales, las citas literarias, los arcaísmos nos retratan a un personaje fatuo y engreído.

Los guardias, serenos, el capitán Pitito, Serafín el Bonito, Dieguito son los órganos represores. Juegan a ser dioses con sus inferiores. Serafín y Dieguito son aduladores, el ministro aparece vejado por su propio cargo. El capitán Pitito no desciende del caballo, con lo que su posición privilegiada le permite impartir justicia a su modo. Los guardias son meros instrumentos, se les llama como mozos y acuden a cumplir saliendo, por lo general de tabernas para perderse en la oscuridad de las calles o en las sombras del ministerio de la “desgobernación”. 

El mundo del comercio, caracterizado por su asimilación al poder establecido. (Zaratustra, Pica Lagartos) Valle recurre a sus palabras para mostrarnos su insensibilidad ante el dolor ajeno, en la escena XI Valle orquesta un expresivo contrapunto entre la madre del hijo muerto y la conversación de los comerciantes. 

Personajes populares 

El mundo marginal de la noche madrileña. A principios de siglo, Madrid no tenía un proletariado industrial, la clase baja estaba constituida por panaderos, sastres, vendedores de periódicos (don Latino, el Rey de Portugal), loteros (Enriqueta la Pisa–Bien), chulos (el Pollo del Pay-Pay), furcias.... 

La psicología de ese subproletariado está marcada por el desgarro, el tono esperpéntico e incluso una cierta solidaridad de clase. 

Los profesionales que aparecen ejercen oficios marginales: el cochero de la funeraria, serenos... 

Enriqueta la Pisa-Bien, el Rey de Portugal, el Pollo del Pay Pay, la Lunares... prostitutas y chulos que filosofan en los bares y están siempre dispuestos a sacar la mejor tajada sea de quien sea. La vieja pintada y la Lunares también son prostitutas, la vieja es un deshecho, el resultado de la profesión, el futuro que le espera a la otra, la joven, la que todavía espera “al gachó que la sepa camelar”. Es aquí donde aflora la ternura hacia los personajes, sin caer en el sentimentalismo, sin abandonar el tono paródico y la densidad lingüística Max y Valle se solidarizan con una situación dramática de la realidad social. Si el Pollo del Pay Pay, Enriqueta y su chulo proceden directamente de las jácaras del siglo XVII y son una deformación grotesca del lumpen, la Lunares es el síntoma del mal social, la víctima, el deshecho que produce la burguesía. 

El preso catalán, figura que tiene un especial interés; el único al que nunca se trata esperpénticamente, la muerte a la que está condenado desde que lo conocemos le salva de la deformación. El preso es el único que ha llevado su rebeldía a la práctica “conozco la suerte que me espera: cuatro tiros por intento de fuga” 

Los dos sepultureros son un mundo aparte dentro de este panorama. Quizá deberíamos emparentar también al cochero del coche mortuorio, ambos están prácticamente fuera del mundo, son dos filósofos estoicos. Dotados de entidad demiúrgica, están por encima de los acontecimientos, de la vida y de la muerte. Su antecedente literario está en Shakespeare y sus sepultureros del Hamlet. Su punto de vista cruel, desencantado, sin implicación, es el que se lanza sobre todos los personajes de la obra. 

Por ello el mejor elogio que se le hace a Max viene de ellos, cuando contemplan el entierro que ha sido pobre y constatan que en España el mérito no está recompensado dicen: “ese sujeto era un hombre de pluma”. 

El mundo de los subalternos (auténticos arquetipos): la colección de ujieres y conserjes que recuerdan: “aquellos bizarros coroneles que en las procesiones se caen del caballo” y los policías -el capitán Pitito, Serafín el Bonito…- tratados con el grado máximo de la estética degradante. 

Mundo de la bohemia literaria Jóvenes modernistas (Gay Peregrino, Rubén Darío, el Marqués de Bradomín). Pertenecen a la burguesía, “golfos distinguidos” los llama don Latino en la escena VII, hastiados del mundo en que viven, ajenos a las luchas populares ”los poetas somos aristocracia” afirma Dorio de Gádex, atacan con furia, más verbal que efectiva al poder. 

Este coro juega a “épater le bourgois”. Por su ingenio socarrón, el jefe es Dorio “feo, burlesco, chepudo, jovial como un trasgo, irónico como un ateniense, ceceoso como un cañí”. Critican todos los valores reconocidos incluido Alfonso XIII. No se identifican con el mundo de la Restauración. Don Filiberto les critica que no sientan la patria en contraste con los jóvenes burgueses que colaboran para reprimir manifestaciones y huelgas proletarias. 

Esta variedad tipológica responde a diferentes razones. En primer lugar, su intención de evocar a algunos personajes de la bohemia real. En segundo lugar, en el deseo de anclar la acción en la realidad de su tiempo.